sábado, 26 de octubre de 2013

Chile: cuna de emprendimientos tecnológicos

Reportaje semestral realizado para la cátedra "Taller de Actualidad Económica", impartida por el profesor Juan Pablo Rioseco en la Escuela de Periodismo de la Universidad Alberto Hurtado
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Desde que InnovaChile creó el proyecto Start-Up Chile en el año 2010, cientos de emprendedores nacionales y extranjeros han visto la posibilidad de dar sus primeros pasos en el mundo de las innovaciones tecnológicas. Los US$40.000 por ganador que entregan son la principal carta de presentación del programa que busca posicionar a nuestro país como semillero de ideas y capitales tecnológicos.


Natalia Fouillioux, en ese entonces estudiante de Ingeniería de la Universidad de Chile, presentó como proyecto para una cátedra la idea de intercambiar ropa femenina sin uso a través de la web, cobrando una pequeña tarifa por usar la página web como plataforma. La idea gustó entre los profesores, que recibió un capital de $1 millón para incubar su idea. “Fue un triunfo no solo académico, sino también grupal. La sensación de decir ‘me la puedo con un negocio propio’ me motivó a seguir adelante con mi proyecto”, señala.

En el año 2012, ganó uno de los fondos de que entrega Start-Up Chile para hacer crecer su negocio. Hoy, “Tu Closet Mi Closet” se ha transformado en uno de los proyectos insigne del programa gubernamental de fomento de ideas emprendedoras, con un éxito que ni siquiera ella pensó conseguir en tan poco tiempo. “Si me lo preguntas, ni siquiera mientras preparaba la postulación o asistía a las reuniones para vender mi idea creí que me iría tan bien”, enfatiza Fouillioux.

¿Qué es Start-Up Chile?

Proyectos como el de Natalia no habrían podido conseguir apoyo de no ser por Start-Up Chile, un programa de InnovaChile que busca financiar ideas en gestación –tanto nacionales como extranjeras– para luego salir al mundo y desarrollarse aún más. La entrega de un fondo de US$40.000 compromete a los ganadores, entre otras cosas, a instalar una oficina de trabajo e iniciar actividades como pequeños emprendedores, además de rendir cuentas con boletas de los gastos realizados para el proyecto. 

Carolina Rossi, directora de alianzas del programa gubernamental, señala que la recepción que ha tenido el proyecto ha sido un éxito. “Hemos apoyado 583 proyectos en las siete generaciones que llevamos. El 23 de mayo saldrán los resultados de la octava generación, sumando nuevos emprendimientos digitales que recibirán nuestra asesoría, financiamiento y facilidades gubernamentales para hacer surgir su idea”, señala.

Los objetivos inmediatos para Start-Up Chile son conservar el éxito obtenido y financiar 1000 proyectos al año 2014, además de “potenciar la visibilidad del programa, estimular más la participación de emprendedores nacionales e impulsar la identidad del proyecto en escuelas y universidades, para que los jóvenes sepan que en Chile estimulamos las buenas nuevas ideas”, enfatiza Rossi.

La gran meta del proyecto a mediano plazo es conseguir que al menos uno de los emprendimientos seleccionados se convierta en una idea que mueva US$1.000 millones. Otra importante meta es llevar a todo el mundo la imagen de Chile como plataforma mundial de emprendimientos y semillero de ideas.

Las críticas que están haciendo ruído

Algunas voces disidentes señalan que, pese a que Start-Up Chile es una buena idea, la burocracia del sistema chileno hacen del programa un “campamento de veraneo” más que una incubadora de ideas. Una de ellas es Liis Peetermann, quien ganó fondos en la tercera generación para su red social “Social Fox Media”. 

La joven proveniente de Estonia, copió y pegó a través de correo electrónico una opinión que publicó en su blog el año pasado, indicando que esa “es mi única declaración sobre Start-Up Chile y no me referiré más al asunto”. Allí, afirma que “para emitir boletas necesitas sacar carnet de identidad, tener una cuenta bancaria, registrar una oficina legal en Chile e iniciar actividades en el SII. Todo eso toma demasiado tiempo”. 

La Directora de Alianzas no quiere profundizar mayormente en las críticas de Liis, pero responde escuetamente que “ella representa el margen de proyectos que no alcanzan el éxito esperado ni cumplen con los objetivos trazados en la venta de ideas, que es menos de un 1%”.

Otra gran crítica que ha recibido el proyecto es el escaso impacto económico conseguido ya que, como consigna el diario ‘Pulso’, hasta el año 2012 solo 26 proyectos bajo el alero de Start-Up Chile han generado capitales por US$9,8 millones. Una cifra que —pese a todo— es considerada un éxito por Maitetxu Larraechea, Periodista y Encargada de Comunicaciones de Start-Up Chile, ya que “en muy poco tiempo hemos levantado un muy buen capital de trabajo, pensando que el presupuesto para cada ganador es de US$40.000”. 

Sin embargo, la cifra no es alentadora si se toma en cuenta que, hasta el mismo 2012, CORFO ha invertido US$18 millones, una cantidad que representa apenas el 1% del presupuesto anual de la Corporación de Fomento de la Producción. Para Larraechea, “el éxito no debe medirse solo en lo monetario, sino que en la cantidad y calidad de proyectos extranjeros y nacionales que buscan en nuestro país una oportunidad”, añade vía correo electrónico.

Pablo Tapia, Doctor en Economía y profesor asistente del Departamento de Administración de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile, concuerda con que “si bien Start-Up Chile funciona, tiene algunos problemas que solucionar. Por ejemplo, mejorar la variable inversión/retorno, ya que no basta solo con ganar en imagen país; los proyectos deben ser rentables por sí solos”.

Además, Tapia identifica como otro gran tema “la excesiva burocracia que se pone a los extranjeros cuando deben iniciar actividades ante el Servicio de Impuestos Internos”. Un dato no menor si se considera que, según información entregada por Carolina Rossi, el 79% de quienes han participado en la historia del proyecto son extranjeros provenientes de más de 50 países, principalmente Estados Unidos.

El viaje desde EE.UU. al sur del mundo

Uno de ellos es Nathan Lustig, quien el año 2009 fundó en su natal Madison, Wisconsin, la compañía de “testamentos digitales” Entrustet. Él tenía claro que durante la temporada invernal debía buscar un lugar donde poder desarrollar su idea, por lo que buscó opciones donde poder trasladarse. 

“Con mi socio estábamos pensando en Nueva York, San Francisco, Austin, y vi un articulo en Forbes sobre Start-Up Chile. Básicamente, decía que el gobierno chileno estaba invitando startups, dando US$40,000 y una visa por seis meses. Me decidí y postulé”, señala Nathan vía correo electrónico. Su idea fue todo un éxito, y terminó vendiendo su emprendimiento a la compañía suiza Secure Safe. “Eran nuestra competencia en Europa, y en vez de pelear con este gigante, decidí vender”. 

Si bien considera que Start-Up Chile “es un buen programa si quieres trabajar en el mercado sudamericano o si tienes algo andando, pero necesitas encontrar el modelo de negocios”, para los inversionistas no es considerado como un plus. Lustig también suma un antecedente a la discusión: la conservadora cultura chilena frente al emprendimiento. “Muchas personas me preguntaban ‘¿donde trabajas?’ y yo respondía ‘tengo mi propia empresa’. Ahí, su reacción era despectiva, afirmando que no tenía trabajo."

Una visión que Pablo Tapia comparte, afirmando que “nuestra cultura aún castiga los emprendimientos y ve con buenos ojos que alguien inicie un negocio, más aún en el área de la tecnología. Creo que esa es una de las grandes deudas que tiene pendiente Start-Up Chile”. Carolina Rossi no cree tan cierto que el programa deba mejorar su imagen, ya que “la identificación del proyecto en el exterior es muy buena, ya que nuestros potenciales emprendedores están fuera del país”. 

Es así como nuestro país busca posicionarse en el competitivo mundo de los emprendimientos digitales, potenciando fuertemente la imagen de Chile como un lugar donde se puede trabajar con comodidad. Aristas como incentivar la participación de chilenos en este programa quedan pendientes, pero Start-Up Chile no descansará hasta que una de las ideas que impulsen genere capitales por 1000 millones de dólares.

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